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LOS ROBOTS NO COMPRAN

Regulares en servicio, con una sordera evidente y practicantes básicos en predicción, son los robots el nuevo gasto que todavía no logramos identificar como tal, pues en la mayoría de sus ediciones viene de manera intangible y simplemente adopta dicho nombre.

Los robots se han acercado a nuestra economía desde hace más de tres décadas de manera discreta, nuestra básica economía de materias primas y agro poco contacto ha tenido con estos accesorios industriales y tecnológicos que han sido vistos más cerca y de manera más evidente en el sector de manufactura.
El afán de modernidad como elemento principal para cubrir nuestra incipiente economía y nuestra incapacidad para generar oportunidades en forma de recursos y servicios en todos los sectores de nuestro país, ha visto en los robots y en los chatboots una especie de apellido elegante, para de esta manera salir al primer mundo como si se hubiese nacido en cuna de oro. Como todo intento no natural de sobresalir esto nos ha pasado cuenta de cobro, pues no hemos logrado entender cómo, por qué y cuándo son usados estos accesorios para que de verdad sean útiles y ayuden a que una cadena de suministros funcione de manera ágil, y sobretodo, entregue un buen nivel de servicio.
Hoy hablamos de experiencia del cliente, esta experiencia debe ser enriquecida por todos los elementos que se utilicen para atender las demandas o necesidades de éste. Sin embargo, las empresas han comprendido de manera inexacta la funcionalidad de estos accesorios y han decidido que siendo sordos escuchen a un cliente, que sin buena dicción llamen a otro cliente, que sin ojos seleccionen productos, y así por el estilo. Seguimos viendo aquí nuestra necesidad imperante de parecernos a algo, de llegar primero, de participar en sectores para los que no estamos preparados y que sin duda no entendemos.
El centro de la economía es el intercambio de bienes y servicios, de favores y de soluciones. Este intercambio principalmente se hace a través del dinero o del canje, así que mientras los robots o accesorios como aquí los llamo no ganen su propio dinero para comprar seguirán siendo máquinas que “hacen algo” en determinado tiempo que no siempre será mejor hecho y que sin duda nos desvía hacia una creencia de productividad no comprobada, pues hemos olvidado que estas máquinas tienen un costo normalmente en una moneda apreciada como el dólar y el euro, solo convertirlas a pesos nos hace menos competitivos y eso que no estamos restando lo que unas manos humanas ganarían por dicho trabajo y gastarían en nuestro mercado. Este doble costo que los financieros no quieren ver y que los hiperconectados nos quieren vender, destruye el valor que necesita ser destruido para que solo tres o cuatro corporaciones funcionen en el mundo.
Diferente es el sentido de la productividad y de la intención de modernizarse cuando se sacan las cuentas como debe ser: las del costo, las de la depreciación, las del mantenimiento, las de la reposición, las del gasto y las del ingreso que dejo de percibir por menos humanos gastando.
Una reconversión industrial es un tarea lógica y justa en cualquier sector y debe hacerse en los puntos en los que la inversión tenga un retorno positivo y en los que dicha máquina cumpla la función por encima de la capacidad humana o para usar la capacidad humana en lo que la maquina no puede hacer, que es: pensar.
Así que mientas la economía y la demanda se explosionan solo desde el gasto ya sea privado o público, llamar autónomo a una máquina no cabe sino en una cabeza hueca, pues es la autonomía una capacidad que tiene que ver con la conciencia, propia de los seres humanos para que tomen sus decisiones y sumen sus conocimientos a cadenas de valor donde habrá lugares para maquinas independientes, más no autónomas, que sean controladas desde centros de computación sofisticados diseñados por humanos.
Así que  a este tema de los robots hay que darle el valor preciso y como les gusta a los financieros sacar las cuentas del retorno de esta inversión y de cuánto tiempo necesitamos para librarla, además de cada cuanto debemos cambiar estos accesorios que seguramente sin satanizarlos serán mejorados año tras año y será difícil encontrar algunos repuestos, lo que nos lleva a un circulo no virtuoso y donde vemos que es el momento de definir el límite del desarrollo tecnológico para los robots que es igual al límite de una economía que se cierra cuando no hay circulación de dinero ni intercambio, pues recuerden que los robots no saldrán a comprar.
Aquí vale la pena tener una reflexión sobre lo que motiva a los empresarios y a las personas a la automatización y al manejo de procesos sin tener en cuenta que todos estos deben ser producto de una necesidad económica cubierta, para que así el ciclo sea completo y no se cierre, debemos verificar cual es la felicidad y la actitud de ganancia de empresas y personas frente a la abundancia de robots contra la escasez de inteligencia.