A pesar de ser un clásico modelo de intervención y consultoría empresarial, no logra siempre mantenerse en el tiempo pues necesita dedicación y ajuste como cada uno de los procesos empresariales que decidimos abordar.

Alistarse para atender otros mercados es entender que hay una posición en el mundo en la que tus productos y servicios pueden ser exitosos comercialmente y que por el efecto de tasa de cambio de oportunidad puedes traer a tu país capacidad de compra de insumos nacionales o reconversión industrial, con la que antes no contabas.

El fenómeno de devaluación del peso no es nuevo, sin embargo, la intención de que esta oportunidad haga parte de un programa de internacionalización es una decisión que genera una postura mucho más robusta y de largo plazo, que comparada con la visión del día a día empresarial que te ocupa y que por su intensidad no deja que veas este tipo de oportunidades de desarrollo a mediano y largo plazo.

Alistarse a conquistar nuevos mercados no es considerar que todo producto extranjero sólo por su origen es mejor que el nacional. Globalizarse es comprender que para competir debes protegerte y prepararte para nuevos escenarios. 

Competir no es acabar con la industria nacional, competir tampoco es subsidiar, competir es que cada una de las empresas y de las comercializadoras de nuestro país hagan bien sus procesos, cumplan con la ley y se inclinen por tener productos y servicios que sean aceptados a nivel mundial.

Así que Globalización, Productividad y Competitividad son la triada de esta tarea que no debe desaprovechar el efecto tasa de cambio y que debe acompañarlo de una labor comercial presente y constante, más un producto o servicio con calidad ajustada al segmento atendido.